Una de las expresiones más recurrentes que escuchamos madres y padres cuando encontramos a amigos es “qué grande está tu hijo”. Muy común si son personas que tienen mucho tiempo sin ver a nuestros hijos y quizás no saben o recuerdan qué edad tienen.
En este mismo sentido escuchamos frases como: “Va a ser tan
alto como su papá”; “Bueno no creo que vaya a ser tan alto porque su mamá es
bajita”; “Será tan alto como sus tíos”. Luego le siguen los comentarios más
odiosos, que obedecen a las constantes comparaciones entre niños de la escuela,
de la familia, del edificio. “Está más pequeño que mi sobrino que nació unos
días después”. “Pensé que estaría del mismo tamaño que mi hija”.
Este es un tema que parece bastante trivial y que algunas veces
puede ser pesado, si nuestros hijos son valorados de manera negativa por ser más
chicos de otros. Pero la realidad es que más allá de lo incómodo es que la
estatura es un tema muy importante en la vida, ya que nos da indicios si el
crecimiento va al ritmo esperado por la genética de los padres.
En las aulas es dónde típicamente se pueden identificar
problemas con el crecimiento, porque se definirán niños por encima del promedio
de estatura y niños por debajo, éstos últimos son los que pueden llamar la
atención de las maestras y encienden las alarmas.
Y así surgen preguntas cómo por ejemplo hasta que edad
crecen los niños y la niñas, con respuestas variadas en cuánto a la edad exacta
o a la etapa, qué si es en la adolescencia en la juventud o después de la mayoría
de edad.
Y repetimos que quizás la etapa más dura sea la del bachillerato
o la preparatoria, que si crecen entre lo 10 y los 15 años. Y queremos saber
exactamente cuánto dura la adolescencia.
Un tema que no solo nos preocupa por las relaciones entre
padres e hijos que se torna difícil porque los hijos quieren libertad, espacios
propios y ya no quiren ser tratados como niños, ahora “son grandes”.
Y repetimos que es el momento clave para observar problemas
de crecimiento, qué desde el punto de salud se define por estar por debajo del
promedio para la edad de un niño sumado a otras características como el origen
racial y por supuesto las medidas de sus padres y familiares, tal como comentábamos
en las primeras líneas de este texto.
La observación de este problema de salud se consigue muchas
veces de esa comparación entre compañeros de clases o de equipos deportivos,
que aunque sea odios es necesaria para saber si todo va bien con nuestros
descendientes.
Al detectar este problema o al pensar que puede haberlo es
necesario recurrir a la consulta de los especialistas. Los encargados de
atender a este tipo de pacientes son los médicos endocrinólogos pediatras.
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