El reflujo gastroesofágico se define como el paso del contenido gástrico al esófago, a través del esfínter esofágico inferior. Un estudio presentando en el Clinical Congress, realizado en Chicago, apunta que este trastorno es una afección común que representa, aproximadamente, al 70 % de la patología esofágica. Además, señala que el 44% de los adultos puede padecer un reflujo por mes y el 7% una vez al día.
Algunos de los síntomas propios del reflujo gastroesofágico pueden ser:
- Sensación de la subida del ácido hacia la garganta
- Sensación de asfixia
- Dolor en la “boca del estómago”
- Sensación de ardor en el pecho
Según el Dr. Luis Rodríguez, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Venezolana de Gastroenterología, cuando el reflujo es de larga duración y los síntomas anteriormente descritos no se presentan hasta pasado cierto tiempo, la lesión de la mucosa esofágica puede ser de varios grados, formando, en algunos casos, importantes úlceras.
Se ha reseñado que el efecto del ácido en la mucosa del esófago produce cambios en la histología de sus células, las cuales comienzan a parecerse a las del intestino, alteración que se denomina metaplasia intestinal o Enfemedad de Barrett.
Sin embargo, esta patología puede complicarse aún más cuando los cambios celulares llegan a extremos muy grandes, dejando de parecerse al tejido original. Este trastorno se conoce como displasia y ocasiona que los elementos celulares puedan ser potencialmente malignos, lo cual genera un alto riesgo de sufrir cáncer de esófago.
En la actualidad, los tratamientos persiguen contrarrestar, en la medida de los posible, la esofagitis, que es la raíz de las complicaciones gastroesofágicas. No obstante, se recomienda a aquellos pacientes que presentan los primeros síntomas de reflujo gastroesofágico mantener una dieta balanceada, no acostarse inmediatamente después de comer, evitar el consumo de alimentos muy condimentados o cítricos y dormir con la cabeza un poco levantada.
De igual manera, en los casos de Enfermedad de Barrett, también existen distintos tratamientos de acuerdo con las modalidades. Si es el Barrett corto (lesiones menores de 2 cm), se pueden usar inhibidores de la bomba de protones: ezomeprazol, rabeprazol, lanzoprazol u omeprazol durante tiempo prolongado.
Mientras que si se diagnostica displasia, el tratamiento debe ser más agresivo, a través de procedimientos endoscópicos, como la ablación con calor y cirugía en los casos de displasia maligna.
Por lo tanto, de acuerdo con el Dr. Rodríguez, ante la presencia de síntomas como acidez estomacal, amargura bucal, dolor de garganta, nauseas o vómitos de sangre, lo recomendado es acudir a un especialista, quien podrá diagnosticar la enfermedad y prescribir un tratamiento adecuado.
La forma de usar estas herramientas diagnósticas y el tratamiento de esta enfermedad serán ampliadas en el próximo Congreso de la Sociedad Venezolana de Gastroenterología y la Asociación Latinoamericana para el Estudio del Hígado, que se realizará entre el 13 y el 18 de septiembre en el Hotel Hilton de Margarita.
Para mayor información, visite la página: www.sovegastro.com
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