La Enfermedad tipo Alzheimer es una patología neurodegenerativa progresiva que suele presentarse en personas de 65 años de edad o más; se caracteriza por la afectación de múltiples áreas cognoscitivas expresadas como pérdida de la memoria, dificultades para realizar tareas cotidianas y cambios de conducta, entre otros síntomas.
Los efectos de la enfermedad no sólo recaen sobre el enfermo, sino también sobre los familiares, quienes se ven obligados a hacer cambios en su rutina para brindarle la atención necesaria al enfermo.
La doctora Zhilma Sucre, neuropsiquiatra de Clínica El Ávila y co fundadora de la unidad de memoria Cogniávila, explicó que la enfermedad tiene tres estadios: “el inicial cuando, pese al deterioro de la memoria, la persona puede valerse por si misma; puede haber depresión, ansiedad, aislamiento social y falta de iniciativa; en el estadio intermedio se pierde la capacidad de ejecutar varias tareas cotidianas, hay alucinaciones, irritabilidad, ilusiones delirantes y agitación. Cuando la enfermedad avanza se llega al estadio avanzado, las fallas de la memoria son muy evidentes; el enfermo tiene dificultades para comprender el lenguaje, reconocer a los miembros de su familia y pierde la capacidad de desempeñar tareas básicas de autocuidado, como el aseo personal o la alimentación. Puede coexistir con psicosis, agitación, conducta inapropiada, desinhibición, repetición de actos sin sentido, apatía mayor y agresividad”.
“Al principio es un choque brutal para el paciente –señaló la neuropsiquiatra- la persona tiene momentos de lucidez y es capaz de darse cuenta de que algo no está funcionando correctamente en su mente, esta situación suele causarles depresión, ansiedad y cambios de humor. Los familiares y cuidadores se sienten afectados por el ánimo del enfermo y esto altera su calidad de vida. Es importante orientarlos para que conozcan hasta donde puede llegar la enfermedad y sepan cómo manejarlo, de esta manera evitan sobre exigirle al paciente y se aminora el estrés”.
Es común ver que las personas con Enfermedad tipo Alzheimer se muestren irritables, malhumorados, hiperactivos, insomnes, gruñones y aislados; en algunos casos la persona tiene alucinaciones y presenta episodios de violencia. En esta situación la doctora Sucre recomienda tratar al enfermo con “paciencia, afecto y tolerancia, de manera que poco a poco se cambie el estado de ánimo del paciente y se le traiga a su realidad presente”.
Encargarse de un enfermo con Alzheimer ocasiona una carga económica y emocional fuerte, muchas veces es necesario que algún familiar desatienda su trabajo y actividades diarias para cuidar del paciente o se opta por contratar a un cuidador.
“Por razones culturales –apunta la doctora Sucre- en Venezuela la mayoría de las veces son las mujeres quienes se dedican a cuidar de su familiar. Desde el punto de vista negativo, el cuidador tiene que dedicarle mucho tiempo al enfermo y ayudarlo en actividades básicas de la vida diaria, si no entiende que debe hacerlo porque la otra persona no puede valerse por sí misma, habitualmente se irrita o le exige al paciente cosas que no puede realizar. Si se enfoca de manera positiva esta puede ser una oportunidad única para compartir con su familiar, atesorar los momentos que pasan juntos y compartir actividades; así como crecer en valores tales como gratitud, compasión, empatía, solidaridad y lealtad”.
“Es común que los cuidadores presenten estrés manifestado por trastornos del sueño, deterioro económico y en la calidad de vida, más riesgo de presentar enfermedades físicas, depresión, ansiedad, hipertensión arterial, gastritis; por eso es necesario que durante el tratamiento del enfermo no se descuide al cuidador y que éste visite con regularidad a un especialista para chequear su estado de salud”, agregó.
Se ha desarrollado un tratamiento con parches que ayuda a detener el deterioro cognitivo y muchas veces mejoran los síntomas conductuales de los pacientes con Alzheimer, es de fácil colocación y rápida absorción.
“Los parches son igual de efectivos que los tratamientos orales que hay en el mercado- aseguró Sucre-, su uso reduce los síntomas gastrointestinales, que es el efecto secundario más común causado por las pastillas y uno de los principales motivos de abandono del tratamiento (...) con la colocación del parche se aminora la preocupación del cuidador, puede estar seguro de que el paciente recibe la medicación y no corre el riesgo de que lo rechace, escupa o tenga dificultades para tragar, como ocurre con los tratamientos orales”.
“Es importante aplicar un tratamiento que cause las menores molestias posibles al paciente y al cuidador –concluyó Zhilma Sucre-, muchas veces los pacientes no entienden que están enfermos y se resisten a consumir los medicamentos”.
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